Es un término que salta a escena cuando hablamos de créditos bancarios, pero la forma más sencilla de entenderlo es con un ejemplo del día a día. Cuando le prestas dinero a un amigo, te conviertes inmediatamente en su acreedor (aunque no exista un acuerdo formal con el que puedas exigirle que cumpla con lo pactado). En términos financieros, es la persona, física o jurídica, que ha entregado un crédito a un deudor, sin finalidad definida, como los préstamos personales, o con un objetivo concreto, como la apertura de un negocio, la compra de un coche y por supuesto, la compra de un inmueble. Si el deudor no cumple con su obligación, el acreedor puede optar a reclamar el activo real del deudor como recompensa (se quedaría con la vivienda o el coche).
