Hoy en día, avalar a alguien puede considerarse casi un deporte de riesgo. El aval es la garantía, en dinero o bienes, mediante la cual una persona responde por las obligaciones asumidas por un tercero. Si el avalado no cumple con la devolución de su deuda, el bien presentado como aval podrá pasar a ser propiedad del prestamista. Cuando se solicita un crédito, si el banco considera que no hay garantías suficientes sobre la capacidad de pago o el historial crediticio del cliente no es bueno, pedirá un aval. Aunque no es tan común, las entidades financieras también prestan avales a sus clientes, con sus comisiones correspondientes, asumiendo el riesgo de tener que hacer frente a un pago en caso de que el cliente incumpla sus compromisos.
