Aunque pasaron a mejor vida en 2013, las cuentas de ahorro vivienda eran un tipo de cuenta bancaria muy atractivo, cuyo objetivo era fomentar el ahorro para comprar una vivienda. Su principal ventaja es que ofrecían unos intereses superiores a cualquier cuenta tradicional, con lo que resultaba más fácil conseguir ahorrar el dinero necesario para la entrada de una casa. Además, permitían una desgravación de hasta el 15% de las aportaciones. La condición imprescindible para beneficiarse de todas esas ventajas era que los fondos fueran destinados exclusivamente a la compra o reforma de un inmueble y que se hiciera en un plazo máximo de 4 años.