Diésel y gasolina: las diferencias en el mantenimiento
- Con la misma potencia, igual rendimiento y prestaciones, pasarás antes por la estación de servicio si tiene un coche de gasolina
- Las diferencias entre el diésel y la gasolina también aparecen en el paso por el taller
A la hora de comprar un coche, el conductor estudia con detenimiento muchos factores que pueden influir en el proceso y que puede resultar clave a la hora de elegir un vehículo u otro. No sólo se trata de escoger un modelo o un acabado, también de acertar con el tipo de motor. Y aquí surge una pregunta que, inevitablemente, se han hecho casi todos los conductores: ¿gasolina o diésel? Ambos tienen factores a favor y en contra, pero hay uno que no suele situarse en primera fila junto al precio de compra, el del combustible o el del seguro de coche y tiene bastante peso en la economía del usuario: el mantenimiento.
A corto plazo y teniendo en cuenta los gastos que se desprenden del uso, el diésel sale ganando. Con la misma potencia, igual rendimiento y prestaciones parejas, el conductor pasará antes por la estación de servicio si tiene un coche de gasolina. Eso sí, no es oro todo lo que reluce. A la hora de tomar la decisión hay que pararse a pensar qué ocurrirá a largo plazo.
Es ahí cuando entra en juego el período de amortización teniendo en cuenta que el precio de compra de un diésel sigue siendo más alto y que con la subida del combustible, el diésel se mueve en cifras parecidas e, incluso superiores a las de la gasolina. A esto hay que añadir el consumo de un motor u otro o los costes de mantenimiento de las revisiones sin olvidar la sustitución de algunos elementos que, tarde o temprano, habrá que hacer.
El motor
Las diferencias entre el diésel y la gasolina también aparecen en el paso por el taller. Las visitas más frecuentes son las que están relacionadas con la revisión del motor, que se suelen hacer cada cierto número de kilómetros e incluyen el cambio de aceite así como de algunos filtros. Y es aquí donde empiezan a surgir las diferencias entre un motor diésel y uno de gasolina.
Filtros
Los diésel necesitan un cambio continuado del filtro de combustible. La importancia de esta operación reside en la perfecta precisión mecánica que necesitan tanto los sistemas de inyección directa a alta presión como las bombas de inyección. No se puede olvidar que su misión es evitar que lleguen impurezas que dañan el circuito de inyección, merman su correcto funcionamiento y acortan la longevidad del motor. Además, su reparación tiene un elevado coste.
Sistemas anticontaminación
Hay otros filtros que, en el caso de los coches diésel, necesitan una especial atención. Los modelos más modernos llevan incorporados filtros de partículas, un elemento clave en el sistema anticontaminación. El problema es que con el uso y el paso del tiempo se obstruyen dejando de cumplir con su función. La solución que han encontrado algunas marcas es el AdBlue, que consiste en inyectar un aditivo que, unido al combustible, quema los residuos y limpia el filtro. Eso sí, esto sólo funciona si, cada cierto tiempo, se rellena este líquido. A esto hay que añadir, que este tipo de sistema necesita un aceite específico que debe estar homologado.
Otro de los elementos que forman parte de los sistemas anticontaminación de los diésel son las válvulas EGR, encargadas de la recirculación de los gases de escape. Lo hacen derivando una parte de ellos a la admisión para que vuelvan a ser quemados y poder deshacerse de una pequeña parte de las partículas sólidas. Debido a esto y como ocurría en el caso anterior, las válvulas se van llenando poco a poco de carbonilla, se obstruyen y hacen que el motor no funcione correctamente por lo que es necesario limpiarlas cada 100.000 kilómetros.
En el caso de los coches de gasolina, sus sistemas de contaminación no necesitan un seguimiento tan especial como el de los diésel. Esto no quiere decir que no haya que prestar atención a componentes como el tubo de escape, no en vano puede corroerse y romperse debido a los gases y a la reacción que se producen por la condensación de la humedad ambiente. Así pues, en lo que respecta a los sistemas anticontaminación, mantener un diésel es más caro.
Correas del motor
El motor lleva integradas dos tipos de correas, las de distribución y las de accesorios. Respecto a estas últimas, su mantenimiento es igual tanto en el diésel como en la gasolina. Su revisión se hace al mismo tiempo que la de distribución, que es la que marca las diferencias. En los motores de gasolina, las marcas recomiendan que la sustitución de este elemento se haga cada 120.000-150.000 kilómetros. Si se trata de un diésel, este período es más extenso ya que su vida útil ronda los 200.000 kilómetros gracias a los avances como el Common Rail. Si en lugar de correa fuera cadena de distribución, el mantenimiento sería el mismo en ambas modalidades.
Bujías
En lo que a bujías se refiere, los dueños de un coche diésel tienen que controlar periódicamente las bujías de incandescencia ya que son las encargadas de precalentar el combustible para arrancar correctamente. Por otro lado, en un motor de gasolina la atención se la llevan los electrodos de las bujías. Se debe comprobar el espesor que hay entre ellos para que el salto de la chispa sea el adecuado y el motor pueda trabajar con precisión. A esto hay que añadir que la vigilancia también tiene que tener cuidado con los residuos de aceite y la carbonilla.
La transmisión
Los embragues de un motor de gasolina no duran tanto como los de un diésel por varias razones: se cambia más de marcha, el uso del embrague es más intensivo y hay que revolucionar el motor más para arrancar cuando el coche está parado y hay que moverlo. En este sentido, a un coche diésel le beneficia su alto par motor, que le ayuda a fatigarse menos y a durar más.
Igual que tienen cosas a favor, las hay en contra. Los volantes bimasa tienen una vida más corta en un motor diésel por la misma razón que el embrague dura más: el par motor hace que este elemento de transmisión trabaje con mucha más intensidad que si se tratase de un coche de gasolina.
El sistema de frenado
Finalmente, los componentes que intervienen en la frenada de un vehículo también necesitan un mantenimiento diferente en función del tipo de motor que se haya montado. Los diésel pesan más que los de gasolina y por ello, la fuerza de frenado tiene que ser superior. Algo que influye directamente en los discos y en las pastillas: su desgaste es mayor en los primeros que en los segundos.
El eterno olvidado tiene algo que decir
Aunque hoy en día el consumo de las dos mecánicas es muy semejante, las diferencias siguen existiendo. El tiempo que el conductor va a tardar en amortizar la inversión inicial ahora que los precios son tan semejantes, las dudas a la hora de elegir siguen vivas o la preocupación por las restricciones para combatir la contaminación en los grandes núcleos urbanos son algunos de los factores que se tienen en cuenta a la hora de hacer las cuentas.
Y es en ese momento cuando muchos no dan la importancia que merecen las diferencias entre los dos motores en cuanto a mantenimiento. Como hemos visto, éste va más allá del cambio de aceite y de los filtros ya que hay muchas otras piezas del vehículo que se desgastan. Revisarlas ayuda a prevenir averías más graves… y más caras. No en vano, Audatex (empresa líder en gestión de siniestros) extrajo el coste medio del mantenimiento a lo largo de la vida útil de un coche y estos datos revelan que un diésel cuesta entre 300 y 700 euros más que su versión en gasolina. Algo que merece ser tenido en cuenta.
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Periodista especializado en Economía y Finanzas con experiencia en medios de comunicación desde 2017. Escribe artículos en Rastreator desde septiembre de 2021 para los productos de Seguros, Telefonía y Energía.