Cómo adoptar un perro guía
- Desde que se creó la Fundación ONCE del Perro Guía (FOPG) se han entregado más de 2.700 perros guía a personas ciegas
- Las familias que adoptan este tipo de perros son cuidadosamente seleccionadas ya que el animal necesita supervisión y atención constante
Seguro que alguna vez has visto un perro guía ayudando a una persona ciega a superar los obstáculos que se encuentra por la calle. Quizás te los hayas encontrado en el metro, en un centro comercial o en un restaurante. Puede que a un labrador, un golden retriever, un pastor alemán, un flat coated retriever o un caniche gigante, o quizás un cruce de estas razas. ¿Alguna vez te has preguntado cómo llegan estos animales a ser el mayor apoyo de las personas con discapacidad visual?
En 1990, la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE) creó la Fundación ONCE del Perro Guía (FOPG), a través de la cual se gestiona todo lo referente a la cría, el adiestramiento y la entrega al usuario. En estos 31 años, según la Fundación, se han entregado más de 2.700 perros guía a más de 1.800 usuarios y 4.000 cachorros han sido adoptados por familias. Para que estos animales lleguen a ser esos educados y bien amaestrados perros que conocemos, pasan por un proceso de adiestramiento que necesita voluntarios para su puesta en marcha.
Adoptar y educar a un perro guía
El proceso desde que el perro nace hasta que se termina jubilando se divide en varias fases. En primer lugar está la cría, para lo cual hay perros destinados de forma específica. Son seleccionados tras pasar satisfactoriamente unos rigurosos controles. No son guía, sino que viven en casas de particulares desinteresados que se comprometen a cuidarlos y llevarlos a la Fundación ONCE del Perro Guía (FOPG) para que críen y den a luz. 56 días después de su nacimiento en las instalaciones de la FOPG en Boadilla del Monte (Madrid), el cachorro es dado en adopción a una familia, cuidadosamente seleccionada, para que pase sus primeros 12/14 meses. Ésta deberá cuidarlo y enseñarle pautas básicas de comportamiento pero, sobre todo, deberá llevar al cachorro siempre con ella y acostumbrarlo a estar rodeado de gente.
Pedro de las Cuevas fue uno de esos voluntarios que, junto con su hermano y sus padres, se aventuró a adoptar un futuro perro guía. Este fisioterapeuta cuenta como, al igual que muchos niños, él y su hermano pedían un perro insistentemente a sus padres. Ellos se negaron en rotundo hasta que se enteraron de que existía la posibilidad de adoptar a un perro de la ONCE durante un año que luego deberían devolver para que ayudara a una persona ciega en su día a día. Tenían la oportunidad de mostrar a sus hijos lo duro que podía llegar a ser tener un perro y, al mismo tiempo, también ayudaban a una persona.
“Se lo recomendaría a todo el mundo»
“En 2006 adoptamos a ‘Yerri’. Lo llamamos así porque a cada camada le asignan una letra para reconocerlos y al mío le tocó la ‘y’”. Tuvieron que aprobar una serie de requerimientos hasta que la Fundación aceptó su candidatura. “Ellos van a tu casa para ver el entorno en el que estará el cachorro, conocer a la familia, etc.”, cuenta De las Cuevas. Una vez pasados satisfactoriamente estos requisitos se lleva a cabo la entrega del perro. Matilde Gómez Casas, directora de la Escuela del Perro Guía de la FOPG, argumenta que es necesario pasar estos controles porque quien acoja al perro tiene que tener mucho tiempo para dedicarle, “no son perros que deban pasar el día en el jardín, necesitan supervisión constante”, afirma. No tiene que ser, necesariamente, una familia la que acoja al perro. “Puede ser una persona, una pareja o una familia, lo importante es que el perro se acostumbre a cualquier escenario porque no sabemos si el usuario con el que vivirá después será soltero, casado, con hijos…”.
“El cachorro traía un manual en el que se explicaba todo lo que necesitas saber y venía con un chaleco en el que ponía: futuro perro guía”, continúa el fisioterapeuta. La FOPG se hace cargo de todo para que la familia seleccionada pueda cuidar y educar al cachorro de manera satisfactoria. El pienso y la asistencia veterinaria también son facilitados por la ONCE que, además, envía regularmente a un supervisor para que controle todo el proceso y ayude en lo que haga falta a la familia. Ésta es la encargada de una parte muy importante de la educación del cachorro. “Tienen que hacer que el perro se acostumbre al ruido de una lavadora o una aspiradora, por ejemplo, además de andar siempre por la izquierda de una persona y a su ritmo, etc.” añade Gómez Casas.
“Lo único malo”, dice De las Cuevas, “es que al ser un cachorro, se hacía sus necesidades en cualquier sitio. Una vez tuve que recoger una caca en un centro comercial” dice entre risas. Y es que estos perros no nacen sabiendo cómo ayudar a una persona ciega, hay que enseñarles poco a poco a comer cuando suena el silbato, a estar tranquilos cuando están en espacios públicos, etc. “Desde la ONCE insistían en que el perro no podía estar solo más de dos horas y que nos lo lleváramos a todas partes” cuenta el fisioterapeuta. “A pesar de que al principio son un poco revoltosos, se lo recomendaría a todo el mundo porque merece la pena” comenta De las Cuevas.
La directora de la Escuela del Perro Guía, aclara que la educación de los perros guías por parte de familias se puede llevar a cabo en Madrid y no en otra Comunidad Autónoma porque se rigen por la Ley 2/2015, que trata sobre el Acceso al Entorno de Personas con Discapacidad que Precisan el Acompañamiento de Perros de Asistencia. La norma recoge que está permitido que accedan a todos los lugares que va el usuario, “los únicos sitios en los que no pueden entrar bajo ningún concepto son las zonas de los hospitales que requieren asepsia, como los quirófanos, la UVI, la UCI, la zona de neonatos o la sala de curas de urgencias, tampoco pueden entrar en la parte de agua de piscinas y parques acuáticos”, aclara Matilde Gómez. La Ley 2/2015 recoge también que los futuros perros guía no pueden estar en “zonas de manipulación de alimentos y de acceso exclusivo del personal de restaurantes y bares y otros lugares destinados a la restauración”.
La despedida
Tras catorce meses con sus cuidadores, el perro debe abandonar el hogar y volver a la Fundación. “Es una experiencia muy buena, pero al final te da mucha pena devolverlo”, dice Pedro de las Cuevas. Aunque desde el primer momento el cuidador sabe que la relación llegará a su fin en poco más de un año, normalmente se crean vínculos afectivos que luego es muy difícil romper. De las Cuevas cuenta que puede no ser tan traumático “porque sabes que el perro va a ser de mucha ayuda para una persona ciega y, además, te puedes volver a casa con otro cachorro adoptado”. En definitiva, se trata de un acto “muy bonito e instructivo”, que De las Cuevas recomienda a todo el que quiera tener un perro.
¿Qué pasa con los perros que no son aptos?
A pesar de todos los esfuerzos de la Fundación y de la familia, hay veces que el perro resulta no ser apto para su graduación como guía. Esto puede ser porque tengan alguna enfermedad o porque su carácter no les permita entrar en el programa. Durante los 14 meses que pasan en acogida y cuando los devuelven al centro de Boadilla, les hacen controles radiológicos para averiguar si tienen displasia, es decir un desarrollo anormal de cadera, codo u hombro. En los casos en que sale positivo son declarados no aptos y la FOPG se los ofrece a los educadores con los que ha pasado un año o a una familia que quiera adoptarlo.
Adiestramiento y emparejamiento con el usuario
De vuelta en la Fundación y una vez que han superado los controles, proceden a adiestrar al perro. El entrenamiento está basado en los estándares internacionales marcados por la International Guide Dog Federation (IGDF) y dura entre cuatro y ocho meses. Lo primero que hacen es asignarle un instructor para que realice una valoración inicial, un test de principio de adiestramiento y la adaptación del animal al material para ser guía. Entonces comienza la etapa del entrenamiento temprano, que refuerza su obediencia y sus habilidades básicas de trabajo. Finalmente, se concluye con la preparación avanzada, en el que se perfecciona todo lo aprendido anteriormente.
Una vez finalizado el adiestramiento llega el momento de que auxiliar y usuario, es decir perro y persona ciega, se conozcan. Este es un servicio que la ONCE presta a sus afiliados pero no a todos. Éstos tienen que cumplir con una serie de requisitos, como saber orientarse perfectamente ya que el animal no es el que dirigirá el recorrido, sino el que evitará los obstáculos que se puedan presentar. Ambos tienen que adaptarse a los tiempos del otro y conocerse bien y para ello realizan un programa de formación práctica.
A partir de entonces, el perro guía pasa a ser los ojos de la persona ciega. Para que el usuario pueda beneficiarse al completo de su ayuda, éste puede ir con él al trabajo, a hacer la compra, al médico y, en definitiva, a cualquier sitio. Para que esto sea posible cada seis meses o un año, dependiendo de la Comunidad Autónoma en la que viva el usuario, se acredita a través de un informe veterinario que el perro guía no padece ninguna enfermedad que pudiera transmitir al humano como son la brucelosis, la leishmaniosis y la leptospirosis.
Otras formas de colaborar
Si no cumples los requisitos para adoptar un perro guía siempre puedes ayudar a la FOPG de otras formas. Una de ellas es adoptar a uno jubilado; si no te ves capacitado para cuidar y educar a un cachorro, ésta es la mejor opción. Los que ya han cumplido con sus funciones después de hasta 12 años de servicio o han dejado de ser aptos para los usuarios por diferentes motivos, todavía tienen mucho cariño que ofrecer y la ventaja de que son perros muy educados. Darle una segunda oportunidad y ofrecerles un hogar es lo mejor que les puede pasar.
También es posible comprar un perro guía de peluche cuyos fondos están destinados a la financiación del programa. Además, si se quiere colaborar, es posible hacer donaciones que llevan activas desde hace dos años y “han ido incrementándose y casi duplicándose anualmente” explica la directora de la Escuela del Perro Guía.
Próximamente, se podrá apadrinar a futuros perros guía. “El problema es que el coste total del programa para un perro es de 31.000 euros, por lo que para una persona sería un poco difícil, y por eso está más bien destinado a empresas”, aclara Matilde Gómez. “Dentro de poco llevaremos a cabo el primer apadrinamiento por parte de una compañía privada que ha querido financiar la educación y todo lo referente a uno de nuestros perros guía y se les irá informando de todos sus progresos”.
Además, si estás pensando en adoptar un perro, puedes hacerlo a través de nuestro buscador de perros en adopción aquí podrás encontrar perros que han sido abandonados y que se encuentran a la espera de un hogar en distintas Asociaciones y Protectoras de la geografía española.
Periodista especializada seguros, finanzas, energía y viajes. Lleva escribiendo artículos en Rastreator desde marzo de 2018 para todos los productos de la web.